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Luz del alma, luz divina, "Faro", antorcha,estrella, sol... un hombre a tientas camina; lleva a la espalda un farol.
Antonio Machado

domingo, 21 de enero de 2018

La Casa de la iaia




Cuantos recuerdos encierra una casa... sobre todo si tiene mas de 60 años y 
siempre ha sido habitada.



Ahí construyeron mis padres su hogar, salieron del pueblo buscando un futuro mejor para sus hijos y después de malvivir unos años en una habitación con derecho a cocina y aseo se armaron de valor, pidieron dinero prestado para la entrada (14.000 pesetas del año 1957) y sin mas muebles que una mesa, cuatro sillas, una mecedora y una cama se trasladaron a lo que para ellos era un palacio, una casa con tres dormitorios, un baño, un comedor, una cocina y la joya de la corona, un patio enorme que mi padre aprovecho para tener un pequeño huerto, algunas gallinas y algunos conejos, venían de un mundo rural y no se podía desaprovechar ese espacio.



Era un barrio muy humilde, construido para gente humilde en las afueras de la ciudad, todos o casi todos los vecinos venían de pueblos mas pequeños en busca de trabajo.

Como barriada social que era y tan alejado de todo como estaba nos construyeron una Iglesia y un Colegio (El franquismo de la época no quería descarriados) No obstante vino a inaugurar el barrio y a entregar las llaves el Yernisimo del Generalísimo, el Señor Don Cristobal Martinez-Bordiu, afamado cardiologo de la época.


Mis primeros recuerdos están en esa casa, mi infancia, mi adolescencia, mi juventud... aun después de abandonar la casa familiar para casarme mis recuerdos siguen ligados a ella.



Recuerdo cuando eramos pequeños y mi hermano y yo íbamos a la escuela del barrio.

Recuerdo cuando tome la primera comunión en nuestra Iglesia.
Recuerdo el patio, cuando ya no era un huerto y jugábamos en el.
Recuerdo las largas noches de verano cuando huyendo de la calina de la casa todos los vecinos sacaban sillas a la calle.
Recuerdo unos recreativos que habían en la calle y mi hermano junto con otros chiquillos pasaba allí largos ratos hasta que mi padre iba a por el.
Recuerdo los juegos en la calle porque apenas pasaban coches y podíamos jugar tranquilamente.
Recuerdo a mi padre llegar de la fabrica con una motocicleta que guardaba dentro de la casa.
Recuerdo cuando mis padres pagando a plazos compraron la primera televisión y posteriormente cuando instalaron el primer teléfono.
Recuerdo que eran tiempos de estrecheces económicas, pero teníamos una casa nuestra con un dormitorio para cada uno.
Recuerdo a mis hermanos y a mi trabajando a muy temprana edad para ayudar en la economía familiar, entre otras cosas había que pagar la casa.
Recuerdo a mi abuelo paterno pasar largas temporadas con nosotros.
Recuerdo a mi abuela materna en nuestra casa y de como eligió morir allí.

Recuerdo de adolescente quedar con la pandilla en la calle principal del barrio en el Paseo.

Recuerdo cuando mi novio me acompañaba a casa siempre pasábamos el ultimo ratito en el paseo.
Recuerdo los días que mis hijas y mis sobrinos pasaban en esa casa con los abuelos, jugando en ese patio, durmiendo en esos dormitorios.
Mas cerca ya en el tiempo, recuerdo a mis padres mayores, poco a poco necesitando mas ayuda y como nos turnábamos para pasar mas tiempo con ellos y socorrerlos en lo que fuera menester, hasta que la necesidad nos obligo a buscar una persona que viviera con ellos para que estuvieran debidamente atendidos.
Demasiados recuerdos, buenos, malos, regulares, entrañables... hemos reído y hemos llorado, nos hemos casado y la siguiente generación también tiene sus recuerdos en esa casa, la historia de mi familia esta escrita en esas paredes.


Falleció mi madre y poco mas de un año después mi padre, fue dololorisimo vaciar la casa y cerrarla.


Llego el momento de decidir que hacer con la casa, había que venderla... yo me resitia, no me hacia a la idea que pasara a manos extrañas, esa casa, la única casa que mis padres pudieron tener como propietarios a base de trabajo y sacrificios no podía quedar fuera de la familia, se lo debíamos a ellos.

He tenido el enorme privilegio de quedarmela, y mis hermanos han tenido la generosidad de no ponerme ningún problema, estipulamos una cantidad y yo les pague la parte que correspondía a cada uno de ellos.

Soy feliz y muy afortunada, me siento como el marques que hereda un titulo y un palacete y su obligación es dejar el legado en las mejores condiciones para la siguiente generación.

Creo que he cumplido con el deseo de mis padres, y creo que es de justicia que la casa de la iaia siga siendo por muchos años mas la casa de la iaia.




                       Ana Vidal          Enero 2018

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