Esta semana abundan los artículos sobre la violencia de género, alrededor del día 25 de noviembre, Dia Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, hay mucho que decir, yo no me cansaré de decir que es una forma más de terrorismo, terrorismo contra las mujeres, contra las niñas, el abuso y la explotación sexual de la que son objeto tantas y tantas niñas me parece que es lo más cruel que puede padecer una mujer. Poco puedo añadir a lo que estamos leyendo estos días, si acaso desear que por fin tengamos un Pacto de Estado que proteja más y mejor a las mujeres.
Dicho esto quiero recordar la dramática situación que vivieron en la Segunda Guerra Mundial las llamadas Mujeres Consuelo.
Mujeres Consuelo o Esclavas Sexuales al servicio de los soldados japoneses durante la Segunda Guerra Mundial.
Para regular la masiva afluencia de soldados se establecieron turnos para las distintas unidades del ejercito. Domingo: Infantería, Lunes: Caballería, Martes: Ingenieros... Por supuesto según el rango militar gozaban de mas o menos minutos para abusar de estas mujeres.
Muchos negaron su existencia, otros lo justificaron con argumentos tan peregrinos y miserables como aumentar la moral de las tropas o evitar violaciones masivas.
Muchas de estas mujeres murieron en los burdeles militares, y las que pudieron regresar a casa nunca escucharon una disculpa sincera por parte de las autoridades Japonesas.
Aunque los padecimientos de estas mujeres salieron a la luz por primera vez en 1981, Japón solo reconoció el uso de burdeles de guerra 12 años mas tarde. Tokio ofreció disculpas por primera vez en 2007.
En la actualidad quedan con vida menos de 40 mujeres de las mas de 200.000, que fueron secuestradas, la mas joven tiene 90 años.
"Somos muy viejas. Todos los años nos morimos una por una. Puede que la Guerra haya terminado, pero para nosotras continua, no ha terminado" Son palabras de Lee Ok-Seon, en una entrevista a la BBC en el 2013
Actualmente varias de ellas viven juntas en La Casa de Compartir, una casa de retiro de la ciudad de Gwangin, que también es un verdadero museo viviente del sufrimiento.
En recuerdo a las que no están y en homenaje a las que quedan.
Ana Magenta, Noviembre del 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario